lunes, julio 31, 2006

Manifiesto




Y... ya no hay banderas
para mi
Solo queda entre mis dedos
un resto de harina
blanca
Vestigio del trabajo
de mis días

domingo, julio 30, 2006

Manzanar

Caminaba
a una cuadra del dolor
bajo el sol que divide las
manzanas.


La arboleda iridiscente
no refleja este dolor.

Será el cansancio
arrinconado bajo nubes,
la desidia del amor
a una vidriera.

Una cuadra de manzana
roja que junta flores,
de coronas lacrimales.
Y las cámaras se regodean
en pantallas, paladares
sinsabor.

Vecinas billeteras se saquean.

Pienso y es en vano
es prohibido,
nadie entiende,
fue en el Sur.

Kilómetros antes,
un traumatólogo volaba,
sorteaba nubes.
Para arreglarle los huesos,
a Dios.

Canciones viejas - Dentro

Dentro de un bolso guardo
relatos,
flores secas, amarantos.

Dentro del alma guardo
miradas,
canciones que no hice, ni canto.

Mujeres que quisieron que yo sea
esclavo y conquistado,
nunca supe de que color
el fuego las fue quemando.

Dentro de un ojo guardo
estrellas,
planicies que esconden esqueletos,
de negros en las tierras puras, tan puras,
de blancos en tierra de negros.

Historias de aventuras,
tiempo entre mis manos
y entre todo lo que guardo
con tus ojos me fui quedando.

jueves, julio 27, 2006

Lugares del mundo - El universo



"Cuánta utopía será rota y cuánto de imaginación"
Silvio Rodriguez

lunes, julio 24, 2006

Barcos anclados en el barro



Los barcos anclados en un río invernal, con todos los colores opacos, en esta casa nuestra. Los vestigios de una vida en el agua, las arrugas sobre el casco y el destino a sotavento.
No hago más que pensar en remontar el paraná cargado de mística y de lunas en remojo y humedad.
Los barcos que fuman chimeneas esperando zarpar para lavar sus arrugas en el fetiche del roce con el agua.
La noche que llovieron estrellas, que la bruma cegó las balizas no quedó más que roncar y soplar el cuerno cada dos minutos. Una vida en el río.
La osamenta varada contra el barro. El cardumen de las tuercas oxidadas, en remojo a pleno sol. El casco vigente aunque agujereado. Abandonado. Profanado.
Toda el agua sin sal, toda América dibujada por mil ríos, cruzada por galeones saqueadores, historicos ladrones que buscaban el dorado y hoy se descomponen en el fondo del Río de la Plata.
En invierno duermen todos amarrados a orillas del Lujan. Unos días y a viajar.
En invierno los pibes de "la garrote" no se bañan en el río, aunque lo llenan de color y de shampoo.
En invierno vale navegar, juntar nueces en la isla y tomar mate junto al fuego. Vale caminar en la neblina y querer volver al río. A respetarlo y a vivirlo, en esta casa nuestra.

Pez acústico



Pez acústico y su lluvia de canciones.

Melodías nuevas "desde el viento en la montaña hasta la espuma del mar" y la noche fría de repente.

Minimal y sus jugos y manía improvisada de olvidarse las letras,

de tornar en inciertas todas sus melodías.

"Y que me va a pasar si nunca aparece. Este muelle no tiene amarras y yo, yo quiero salir de este mar"

"Una siesta a la sombra de todos los hombres, de todas sus cosas"

El teatro sobre una calle de empredrado en zona norte, sobre un campo de inconciencia

y el sonido imperturbable de mi entrada de invitado.

Pez, el no somos nada es literal.

jueves, julio 20, 2006

Escuela N. 38 - Día del amigo

Brindo por que algún amigo
ya no está
y todavía lo recuerdo

lunes, julio 17, 2006

Cuentos - La oveja negra




Érase un país donde todos eran ladrones.
Por la noche cada uno de los habitantes salía con una ganzúa y una linterna sorda para ir a saquear la casa de un vecino. Al regresar al alba cargado encontraba su casa desvalijada. Y todos vivían en concordia y sin daño porque uno robaba a otro y éste a otro y así sucesivamente, hasta llegar al último que robaba al primero.
En aquel país el comercio sólo se practicaba en forma de embrollo, tanto por parte del que vendía como del que compraba. El gobierno era una asociación creada para delinquir en perjuicio de los súbditos. Y por su lado los súbditos sólo pensaban en defraudar al gobierno. La vida transcurría sin tropiezos y no había ni ricos ni pobres.
Pero he aquí que no se sabe cómo apareció en el país un hombre honrado. Por la noche, en lugar de salir con la bolsa y la linterna, se quedaba en casa fumando y leyendo novelas. Llegaban los ladrones, veían la luz encendida y no subían. Esto duró un tiempo; después hubo que darle a entender que si él quería vivir sin hacer nada no era una buena razón para no dejar hacer a los demás. Cada noche que pasaba en casa era una familia que no comía al día siguiente.
Frente a estas razones el hombre honrado no podía oponerse. También él empezó a salir por la noche para regresar al alba; pero no iba a robar. Era honrado, no había nada que hacer. Iba hasta el puente y se quedaba mirando pasar el agua. Volvía a casa y la encontraba saqueada.
En menos de una semana el hombre honrado se encontró sin un céntimo, sin tener qué comer, con la casa vacía.
Pero hasta ahí no había nada que decir porque era culpa suya; lo malo era que de ese modo suyo de proceder nacía un gran desorden.
Porque él se dejaba robar todo y entretanto no robaba a nadie; de modo que había alguien que al regresar al alba encontraba su casa intacta, la casa que él hubiera debido desvalijar.
El hecho es que al cabo de un tiempo los que no eran robados llegaron a ser más ricos que los otros y no quisieron seguir robando. Y por otro lado los que iban a robar a la casa del hombre honrado la encontraban siempre vacía; de modo que se volvían pobres.
Entre tanto, los que se habían vuelto ricos se acostumbraron también a ir al puente por la noche a ver correr el agua. Esto aumentó la confusión, porque hubo muchos otros que se hicieron ricos y muchos otros que se volvieron pobres.
Pero los ricos vieron que, yendo de noche al puente, al cabo de un tiempo se volverían pobres y pensaron: "Paguemos a los pobres para que vayan a robar por nuestra cuenta".
Se firmaron contratos, se establecieron los salarios, los porcentajes. Naturalmente siempre eran ladrones y trataban de engañarse unos a otros. Pero, como suele suceder, los ricos se hacían cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Había ricos tan ricos que ya no tenían necesidad de robar o de hacer robar para seguir siendo ricos. Pero si dejaban de robar se volvían pobres porque los pobres les robaban. Entonces, pagaron a los más pobres de los pobres para defender de los otros pobres sus propias casas y así fue como instituyeron la Policía y construyeron las cárceles.
De esa manera, pocos años después del advenimiento del hombre honrado ya no se hablaba de robar o de ser robados sino sólo de ricos o de pobres y, sin embargo, todos seguían siendo ladrones.
Honrado sólo había habido aquel fulano y no tardó en morirse de hambre.

...
Cuento extraido de: "La gran bonanza de la antillas" de Italo Calvino

domingo, julio 16, 2006

21


Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato. Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que el fanatismo irresistible te obligue a posternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un meadero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor", digas: "Pescado frito"; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes a las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a tí, se metamorfosee en sanguijuela, y después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni un solo instante, de lamerle la cerradura.
...
Oliverio Girondo en "El espantapajaros (al alcance de todos)"

jueves, julio 13, 2006

Libros - Los pasos perdidos


Vi a dos jovenes deborando El codigo Da Vinci en el tren y enseguida despegué por las hojas de los libros que leí y los que quiero leer.
Creo en el valor de entrar a una libreria y elegir un libro al azar, por que el título está bueno, o lo que sea. Llegar y bucear los anaqueles de libros usados y comprar el libro que va a cambiar tu vida por 5 pesos. Leerlo, degustarlo, saborearlo y decirle a tus amigos: "Tenes que leer este libro, es un flash". Que corra de boca en boca. Que tus amigos lo lean por que confian en vos más que en la critica literaria.
En seguida en el tren me puse a pensar en Pepe Corvina, el loco que hurgando en un galeón hundido hace añares encontró una lata con el mapa al paraíso. Me acorde del Cenizó que naufragó en el medio del oceano y remó entre las olas olfateando tierra firme. El viejo y el mar. Vida de Pi, Zezé y su planta de naranja lima y muchisimas historias mas.
Luego de divagar entre páginas amarillas, me acorde de Los pasos perdidos de Carpentier y me llené de frescura. Volví a vivir entre pagínas ajadas, bien adentro en mi imaginación, en ese libro que nunca quise terminar de leer.

miércoles, julio 12, 2006

Lucía esta viajando


Lucía sigue viajando
ya no importan las tareas de jardín
Como el Capitan Beto
por el espacio de mi pieza
Lo unico tangible es la foto en mi pared
y el agujero negro que sangra
sobre mi cementerio

lunes, julio 10, 2006

Canciones - Tango improvisado




A veces pinta silbar un tango
abrazarse a una botella
y bien borracho llorar
esa canción.

viernes, julio 07, 2006

Lugares del mundo - San Fernando al fondo


Hay canciones tristes, las escucho a veces.
Pero triste es ver las calles de tierra
con vidrios incrustrados de punta al cielo
por donde miles caminan descalzos.

miércoles, julio 05, 2006

Lugares del mundo - Orilla del Lujan



Toda una costa sin amarras
con el agua hasta los pies.
Toda una tarde en el pasto.
Quiero un mate y un río
una costa, un cigarrillo
un tema de Lennon y un litro de luna

martes, julio 04, 2006

La mañana entre algodones

Todo el polvo esta mañana flotaba en el aire.
Me puse las aletas, naufrague en la humedad y entendí
que no podía ver mas allá de la otra esquina.
Encendí un pucho y me abrí paso entre las nubes.
Allá en la avenida a media cuadra entre la bruma
zumbaban varios coches.